Hace tan solo dos décadas que Costa Rica fue descubierta por el turismo, el cual teniendo como base la naturaleza, creció en popularidad durante los años noventa, cuando grupos cada vez mayores de viajeros empezaron a disfrutar las prístinas áreas naturales protegidas por los reconocidos esfuerzos de conservación del país y a contemplar los bosques lluviosos y nubosos, el páramo de las alturas y los manglares de la costa. Y pudieron también consumirse sin testigos en las cálidas aguas de las solitarias playas, donde el bosque crece junto a las doradas arenas o experimentar la maravillosa sensación de ver las gigantescas tortugas que, cuales monstruosos prehistóricos, llegan a cavar sus nidos bajo el oscuro cielo tropical. O recorrer los ríos de aguas blancas, arrimarse al cráter de un volcán activo, descender a la profundidad de las cuervas, visitar un cafetal, volar en globo sobre el bosque y recibir lecciones de buceo. Las quejas más bien fueron no haber tomado una vacación más larga, pues nunca esperaron ver y hacer tanto en un país tan pequeño, con solo 51.100 kilómetros cuadrados.
Todas estas personas regresaron a casa gratamente impresionadas respecto a este país pacífico y democrático, sin ejército, donde sus gentes, llamados Ticos son increíblemente amistosos, donde la educación y la salud se mantienen en el más alto nivel y donde discutir todos los asuntos parece ser un estilo de vida (no por casualidad es una de las democracias más antiguas de América). Quienes han visitado Costa Rica la describen como poseedora de todos los bienes y servicios que ofrece la vida moderna y sin embargo, se las ha arreglado para conservar su encanto rural. Es por ello que muchos empezaron a hacer planes para regresar…y algunos para quedarse.
Esta casi magnética atracción hace de Costa Rica la opción ideal para Congresos e Incentivos, mercados ambos para los cuales las ventajas del destino constituyen el factor principal.